miércoles, 18 de enero de 2012

Vestida de payaso


Cuando uno crece y madura, dicen por ahí que gana experiencia y sabiduría. Eso puede ser cierto. Lo que si puedo afirmar es que yo, con el pasar de los años, he perdida la pena (vergüenza) de muchas cosas, y pude salir vestida cual payaso sin dudarlo por un segundo. Y no era exactamente un show de circo lo que estaba haciendo.

Los ubico en la situación. Día Martes, 8 de la noche. Llego al gym (lugar que como se darán cuenta frecuento mucho en la semana), y llego con mi bolso de ropa para cambiarme apuradísima (como siempre lo estoy) para entrenar. Mi profesor me está esperando hace 15 minutos, y no me gusta llegar tarde. Entonces mientras me estoy cambiando, me doy cuenta que realmente en la mañana estaba muy dormida cuando preparé el bolso. Tan dormida estaba que me confundí, y en lugar de poner una calza (mallón, como se dice en Mexico), puse una t-shirt de un material muy similar, que de nada me serviría para reemplazar este faltante. Osea, tenía 2 tshirts, pero 0 chances que me sirvan para suplir lo que me había olvidado.

Puse rápidamente mi hámster a trabajar. El ratoncito de mi cerebro se puso a correr un sprint, para resolver la situación. Definitivamente no era opción válida, salir y decirle al profesor de gimnasia que fui tan looser como para olvidarme la ropa adecuada y no poder resolverlo.

Lo interesante es que donde puse el ojo, puse la bala. Había un chingo de mujeres en el vestuario, pero las caras no resultaban amigables. Digamos que no iba a pedir prestada ropa a alguien que porta cara de amargada o de mal “atendida” por su macho. De repente, se acercó a mi zona una chava, y con mi cara de angelito le pregunté : ¿Acaso no tienes por casualidad algo para prestarme, cualquier cosa, que sea para hacer gym, es que me olvidé mi pantalón? Y junto con esa frase, una sonrisa de niña buena. 

Úrsula es ahora mi nueva amiga. Una jovencita de aprox. 26 años, morenita, con unos varios kilitos de más, muy amablemente me ofreció un mallón, advirtiéndome que tenía unos agujeritos pues se había descosido y ella no lo iba a usar. La verdad que los agujeritos eran varios, y el tamaño del pantalón era 3 talles más grandes que lo que regularmente uso, pero…era una solución rápida y aceptable para poder continuar.
Así que…le agradecí infinitamente a Úrsula su amabilidad, le dije que me salvó el día y la titulé mi heroína Hard Candy. Coordinamos un horario para vernos de regreso en el vestuario del gym, y salí…vestida de payaso a tomar mi clase de gym.

Mi cara lo decía todo…la risa no me la podía contener. Y le confesé a mi profe el altercado. El problema fueron los agujeritos del pantalón, y que cada tanto, debía subirme el ajuste de la cintura, pues se me caía.

A las 9.30 nos encontramos con Úrsula. Y le devolví su prenda de ropa.

Lo loco es que todo vuelve en esta vida…y hay que ser generoso siempre.
Cuando salí de la ducha (regadera en chilango), había una señora sentada en el banco cerca de mi locker. Me preguntó por las duchas, pues nunca se había bañado allí, y estaba sudada. Con una sonrisa, le respondí: “Están padres, si necesitas algo, yo te puedo prestar shampoo y crema”. Su respuesta fue muy simple: “Eres muy chula! Gracias”. Así que favor por favor, cuentas saldadas.

Arriverderci!

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