Estoy
convencida que existe un lugar en el mundo capaz de hacernos sentir que
encontramos un rincón en donde acomodarnos y nos sentimos cómodos, y al mismo
tiempo, podemos encontrar una razón por la cual querer salir eyectados en una
catapulta y no querer volver jamás. Creo que todo es una cuestión de
perspectivas.
Hoy
estoy así. Ni bien ni mal, digamos. Solo reflexiva.
Vengo
de una ciudad cosmopolita, mi querido Buenos Aires. Una ciudad de la que
extraño sus 4 estaciones bien marcadas y definitivamente no extraño su gente
estresada por demás. Una ciudad que amanece tarde y se acueste de madrugada, y
donde caminar es una cuestión de todos los días. Pero más allá de si esto es
bueno o malo, si las medialunas, el mate o el dulce de leche son las delicias
del mundo, Buenos Aires tiene una gran ventaja, pero la goza por estar tan
lejos de todo y de todos. No hay catástrofes naturales. No hay tsunamis,
temblores, tormentas de nieve, huracanes, ni nada que se le parezca. En Buenos
Aires, los problemas no pasan por allí. Digamos que en el fin del mundo, se
acordaron que debían darnos algún bonus track.
Ok.
Todo muy lindo. México tiene playas por donde se lo mire, un clima en la ciudad
que “dicen” es privilegiado (todavía no puedo decirlo, porque me vine del
invierno al invierno, esto no es justo). La gente es amorosa, y pasarla bien es
una obligación. pero tiene que tener algo malo, más allá de lo excesivamente
picante y el problema de los lácteos.
Bueno, aquí voy:
Mes
y medio en México, y es sábado. Son las 6 de la tarde aprox., y estoy tirada en
el sillón mirando tele. Se escucha un “crack” muy fuerte, y se empieza a mover
la pared. Luego sigue moviéndose, y los cuadros empiezan a oscilarse y repican
como tambores. Es un terremoto. Esto es la ciudad de Mexico. Una cordial
bienvenida abordo, abróchense sus cinturones.
Digamos
que en menos de 2 meses aquí, estoy bastante bien bautizada, entre la
experiencia gastronómica, el tráfico y el terremoto, ya tengo un 80% en mi
haber de lo que consiste vivir en México. Y puedo verlo como algo positivo
todavía….siempre es bueno decir todavía! Ajjajaja
Lo
importante es la actitud de cómo se vive, y creo que ahí esta el key. Mientras
el edifico se movía, las líneas telefónicas colapsaban, y los twitters
informativos se disputaban la escala de Richter, yo me senté tranquilamente y
decidí no pensar. Una gran actitud, por cierto, y muy recomendable para todos
uds. Por supuesto que están los que
empezaron a recordar la catástrofe del terremoto del 85, otros, más
apocalípticos aún, citaron a los Mayas y su teoría del fin del mundo. Siempre habrá de estos personajes, que nos
nutren de escándalo.
Yo
sólo les puedo decir que la tierra tembló, y se movió bastante. Aunque ahora,
pensándolo bien, no fue tan grave , y por eso aquí estoy. Encontré un rincón
donde quedarme, y me gusta.
Aprovecho
por eso a desearles un feliz año a todos! Hoy me desperté más reflexiva, con
ganas de contar otro costado de mi, espero lo hayan disfrutado.
Arrivederci!
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